Semana Mundial de la Lactancia Materna, desde el 1 de Agosto hasta el 7 de Agosto, es la fecha instaurada por la OMS y UNICEF para proteger, fomentar y apoyar la lactancia materna, por los innumerables beneficios que aporta a la salud de la madre y el bebé.
Y es precisamente este último punto el que ha querido destacar este año WABA (Alianza Mundial pro Lactancia Materna) en el lema de la campaña 2018: “Lactancia materna, pilar de vida”.
La idea fundamental que este año se pretende destacar, tanto a través del logo como del eslogan de la campaña, es el vínculo entre la lactancia materna y la triada nutrición, seguridad alimentaria y reducción de la pobreza.
Objetivos de la Semana Mundial de la Lactancia Materna 2018.
Prevenir la malnutrición en todas sus formas.
La malnutrición se refiere tanto a la desnutrición, como al sobrepeso y a las enfermedades no transmisibles asociadas, y tanto una cosa como la otra tiene importantes riesgos para la salud a corto y largo plazo.
Por eso, es fundamental apostar por la lactancia materna para preservar la salud de la madre y el niño, porque en el caso de la mujer, la lactancia materna exclusiva le ayudará a recuperar más rápidamente el peso previo al embarazo, y a reducir el riesgo de desarrollar diabetes. Además, contribuirá también a minimizar las probabilidades de padecer cáncer de mama y ovario, así como hipertensión.
Por su parte, el niño alimentado con la leche de su madre minimiza el riesgo de padecer enfermedades infecciosas, respiratorias y diarreas graves, y en caso de aparecer las combate mejor. Además, la lactancia materna le ayuda a prevenir problemas dentales y de maloclusión.
Asegurar la seguridad alimentaria incluso en tiempo de crisis.
El que todas las personas puedan acceder de forma segura a los alimentos, es algo que puede verse afectado en un momento dado por causas externas como desastres naturales, crisis humanitarias, conflictos, hambre o degradación ambiental.
Fomentar la lactancia materna es crucial en estos casos, ya que garantiza al bebé o al niño el acceso a un alimento seguro y ecológico (se produce y se entrega al consumidor sin contaminación, envases ni desechos), contribuyendo a su bienestar y a preservar su salud.
Romper el ciclo de la pobreza.
Los costos a corto y a largo plazo de no amamantar afectan a la sociedad en su totalidad de las siguientes maneras:
1) Se ha demostrado que lo bebés amamantados de forma prolongada tienen un cociente intelectual más alto, lo que aumentaría sus posibilidades de alcanzar una buena educación, y a su vez, de generar más ingresos por su trabajo, contribuyendo por tanto al bienestar de su familia.
2) Como hemos visto al inicio, los bebés que no son amamantados tienen más probabilidades de contraer enfermedades, lo que conlleva mayores gastos en atención médica y tratamientos.
3) La producción, el envasado, el almacenamiento, la distribución y la preparación de las fórmulas infantiles contribuyen al daño medioambiental, por lo que optar por lactancia materna además de todos los beneficios mencionados, ayudaría a proteger nuestro ecosistema.